Érase una vez una granja que no tenía gallinero y por tanto no tenía gallinas, ni gallos, ni pollos, ni señoras pollo. Los granjeros, que se llamaban Sara y Jorge decidieron ponerle remedio al asunto. Así que tras mucho darle a la cabeza pensaron en un ubicación perfecta para el gallinero y se pusieron manos a la obra.
Acompáñanos en lo que va a ser la construcción de un gallinero de lo más ecológico posible, ayudarnos con vuestros comentarios y ánimos.
Gracias.
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